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sábado, 9 de noviembre de 2013

Lluvia de castigo

Recuerdo perfectamente el día en el que todo comenzó, como si fuese ayer: volvía del trabajo a casa, a la hora de comer, conduciendo con la cabeza cargada de pensamientos. Ideas acerca de mi tambaleante relación con Esther. En las últimas semanas la tensión entre nosotros había ido creciendo hasta llevarnos casi a un punto de ruptura. ¿Y por qué? Por mi negativa a ser padre. Desde siempre, desde el primer momento de la relación, le dejé claro que jamás traería un hijo, mi ser más querido, a este mundo de mierda. Y ella estuvo de acuerdo, pensaba igual que yo; pero han pasado muchos años desde entonces y todos hemos cambiado, madurado en un sentido u otro. Ahora, activado repentinamente como un resorte, su instinto maternal lo impregna todo. Ser madre es su mayor deseo y yo no soy quién para arrebatarle ese derecho; de igual forma que ella no puede negarme el mío a no serlo. Así estaban las cosas.
Estacioné el coche junto al parque donde solía hacerlo todos los días y salí para dirigirme a casa. Envuelto en mi asumido fatalismo, caminaba con desgana por la acera cuando escuché un fuerte golpe a mis espaldas. Sobresaltado, me giré de inmediato, y no tardé en descubrir que había sido el capó de mi coche el que lo había recibido. Presentaba una abolladura notable en su centro, se había saltado la pintura. La sorpresa fue cediendo el paso a la rabia; miré frenético por todos lados buscando culpables. En unos segundos me percaté de lo que había golpeado mi coche: era un fémur humano, tirado junto a la puerta del conductor.
Pestañeé varias veces sin poder creerlo. ¿De verdad era un fémur?
Me agaché para poder verlo más de cerca y, cuanto más aproximaba la cara, más evidente resultaba que, en efecto, así era. Amarillento, de aspecto rancio y como corroído… sólo podía ser lo que parecía. De nuevo miré frenético alrededor, esta vez temiendo por mi propia vida —¿quién podría haberme lanzado un hueso humano?—. Pero no vi ni escuché a nadie. Tampoco había ningún edificio, ningún sitio de donde lanzar el hueso y esconderse con facilidad; el espacio era demasiado abierto en torno a mí… y eso me asustó aún más.
Marqué atropelladamente el número de la policía y les conté como pude lo que acababa de ocurrirme. Temí que no me creyesen, que se riesen o mosqueasen conmigo. Pero no; tras tomarme los datos el agente al otro lado me dijo que estarían ahí en minutos. Así fue. Del coche patrulla se bajaron cuatro agentes, dos de ellos vestían trajes blancos de esterilización y pronto comenzaron a sacar fotografías, tomar muestras de la pintura, de alrededor del hueso… mientras los otros dos me tomaban una declaración rápida. Todo me resultó extremadamente fugaz, casi irreal, supongo que a causa de mi enorme confusión. Cuando terminaron conmigo volvieron a su coche, deprisa, tanto… que apenas sí tuve tiempo de preguntarles qué podía significar todo esto. El conductor me dirigió una mirada comprensiva antes de despedirse con una frase que explicaba en parte su urgencia pero que me dejó aún peor de lo que ya me encontraba: «Están cayendo por todas partes».
Iba subiendo por las escaleras, pensando en lo que iba a decirle a Esther para explicar mi tardanza. Mis palabras sonarían como una excusa pueril, estúpida, ridícula. ¿Sabes qué, Esther? Me acaba de caer un fémur humano en el coche y me lo ha abollado. He tenido que llamar a la policía y… ya me imaginaba la cara que me iba a poner. Pensaría que me estaba burlando de ella y de todo su árbol genealógico, intentando ocultar quién sabe qué cosa imbécil, impropia de un hombre adulto y maduro.
Entré en el piso tragando saliva, dirigiéndome hacia el salón por el pasillo como si éste se hubiese transformado en mi corredor de la muerte particular.
—Buenas —dije. Ella estaba viendo la televisión.
—Hola —susurró, sin mirarme.
—No te vas a creer lo que me… —comencé, pero ella me mandó callar con un rápido gesto del índice sobre los labios. Estaba absorta con lo que decían en las noticias. Así que guardé silencio y, curioso por saber qué le causaba tanto interés, yo también presté atención a la pantalla.
Lo que estaban diciendo era que por todos los países del mundo, por zonas rurales y urbanas, dispersos pero no escasos, estaban lloviendo huesos humanos. Cráneos, húmeros, costillas, fémures, tibias… Lloviendo huesos humanos. Eso fue justo lo que dijeron.
Las imágenes mostraban a personas junto a los huesos caídos explicando lo que habían vivido, videos de baja calidad tomados con móviles siguiendo el descenso desde los cielos de un hueso girando sobre sí mismo. Los destrozos causados por algunos en distintos elementos de la ciudad. Escenas de ataques de pánico. Niños llorando al ver a sus madres llorar.
Sin darme cuenta, yo también estaba temblando.

2

Me envolvió la sensación, la absoluta certeza, de estar viviendo un hecho extraordinario; algo que ocurría por primera vez en la historia del mundo. Como el rumor de la Tierra que precede y anuncia la llegada de un terremoto devastador, una profunda zozobra comenzó a crecer en mi interior, intuyendo que esto era solamente el macabro preludio del terror inimaginable que se cernía sobre nosotros. A mi lado, Esther susurraba frases de incredulidad ante lo que escuchaba y veía en la pantalla.
—Esto tiene toda la pinta de ser un acto terrorista, algo de guerra psicológica como en la antigüedad, cuando se catapultaban cabezas y cadáveres por encima de las murallas de los asediados. —Empecé también a pensar en voz alta, creo que para evitar que la tensión me reventase por dentro. Dar una explicación lógica a algo que no aparentaba visos de tenerla en modo alguno.
—Pues yo creo que esto tiene que ser obra de Dios… o del Diablo —dijo ella, casi en un lamento.
Esther siempre ha sido una fiel creyente, circunstancia que motivó durante años interesantes conversaciones y alguna que otra discusión al ir pendulando yo entre un humilde agnosticismo y el ateísmo más radical, según la época y mi necesidad de apoyo espiritual para poder sobrellevar la vida. Desde hace tiempo creo que Dios ya no cuenta conmigo para su lista de elegidos.
—No. Existen muchas otras razones más sencillas y verosímiles que habría que descartar antes de que pudiésemos hablar de la mano de Dios —dije, y ella me miró alzando una ceja—. Podría ser una manipulación más, orquestada por los gobiernos y sus medios de comunicación —en este momento recordé la abolladura de mi coche, pero proseguí—, o algún extraño fenómeno dentro de las leyes de la naturaleza. Incluso veo más factible que esto sea la primera fase de una invasión por civilizaciones alienígenas que estén usando nuestras estúpidas y arcaicas creencias contra nuestra estabilidad mental.
—Lo de estúpidas creencias no lo dirás por las mías, ¿verdad?
—No lo digo por ti. Lo digo en general. —Se estaba enfadando.
—Ya, pero yo entro en ese general —bufó—. De momento, tus causas tienen tanta validez como las mías —Sacudió la cabeza en incrédula negación—. ¿Realmente crees que esto está organizado por el hombre?
—Peores cosas se han visto.
—¿Como cuáles?
—Como las Guerras Mundiales, como los auto-atentados para justificar lo injustificable… entre otros muchos horrores caníbales. Siempre nos hemos organizado estupendamente para acabar los unos con los otros.
—Esto… es diferente —Apoyó su pequeña cara sobre una mano, mirando de soslayo al televisor—. Dios está intentando decirnos algo.
Los creyentes no suelen usar la lógica ni el empirismo; niegan de forma natural las evidencias en contra de sus creencias y te culpan cada vez que entras con una luz en la oscuridad, su amada oscuridad. Un creyente es, en esencia, un adorador del misterio, de lo oculto, y lo necesitan como el adicto necesita la sustancia que lo mantiene flotando. Es tan sencillo como eso.
—Pues yo creo —dije suavemente— que referirse a lo sobrenatural es poner de manifiesto que se niega, que no se puede asimilar nuestra naturaleza humana, su faceta perversa, orientada a la maldad. Si Dios quiere decirnos algo… ¿por qué no lo dice claramente y punto?, ¿por qué hay que estar siempre intentando clarificar si el mensaje es X o es Z y, encima, indagar si es Él o no quien lo expresa?
Esther me clavó la mirada, obviamente molesta.
—Muy bien. Imaginemos que vosotros, los escépticos, los incrédulos, estáis en lo cierto. Imaginemos que Dios no existe, que todo es una mierda mecanicista y que el hombre es un gusano hijo de puta capaz de todo con tal de engordar, sobre todo si es a costa de los demás. Supongamos que tenéis razón en todo, pero… ¿por qué os alegráis de que las cosas sean así?, ¿por qué os consideráis más inteligentes, evolucionados, que los creyentes?, ¿de dónde os viene ese aire de superioridad, ese regodeo en la crudeza, esos deseos de destruir lasequivocadas creencias de los demás?
—Yo no me considero más inteligente que tú, ni estoy especialmente contento porque las cosas sean así. Pero en la vida pocas cosas hay que causen más daño que una creencia equivocada. Además, sois vosotros los que os sentís moralmente superiores a nosotros, por no hablar de ese paranoico complejo de persecución que ostentáis a la mínima ocasión. Y luego somos nosotros los malos, los diabólicos; pero las religiones han causado más guerras de las que se pueden contar, y la Inquisición se hinchó a quemar a gente viva. Me pregunto qué pensará Dios de todo eso —concluí.
Ella se levantó del sillón con un bufido de cansancio.
—Mira, por lo que a mí respecta, puedes seguir creyendo lo que quieras. Está claro que no nos vamos a persuadir mutuamente ni vamos a sacar nada de esto. Sólo déjame decirte que os veo francamente limitados para aprehender el universo en su grandeza, ciegos a las razones más allá de la Razón, encerrados y orgullosos de estarlo en vuestras trampas lógicas que poco tienen que ver con lo que ocurre ahí fuera.
—Muy bien, Esther, pues peor para mí entonces. Me alegro de que os sintáis queridos por Dios y siendo Uno con el universo. Ojalá yo pudiese también.
Durante unos minutos quedamos en silencio, mirando lo que nos ofrecía el televisor.
—¿Qué crees que debemos hacer? —dijo al fin, ladeando la cabeza para referirse al suceso probablemente más extraño acontecido en la Tierra.
Llevaba un rato pensándolo, así que las palabras fluyeron solas:
—Después de comer, voy a hacer lo que se suele hacer siempre en caso de incertidumbre extrema.
—¿A qué te refieres? —Sus ojos negros me miraron con interés.
—Voy a comprar y traer tanta comida y agua como sea capaz de cargar.

3

En los días siguientes el mundo estaba en plena ebullición de noticias. Yo iba a mi trabajo y volvía, por todas partes no se hablaba de otra cosa. Los gobiernos al unísono se apresuraron a emitir comunicados tranquilizadores, intentado evitar que el pánico se extendiese en una deriva hacia el terror. Decían básicamente que se trataba de un extrañísimo fenómeno meteorológico en estudio, similar a esas lluvias de piedras o pequeños animales que han quedado recogidas en la historia. Pero por la red numerosos grupos de investigadores independientes ya lo estaban desmintiendo. Y en diferentes partes del mundo, llegaban a dos conclusiones idénticas: los huesos caían desde una altura de cuatro kilómetros, sin importar el punto geográfico donde se recogiese el dato. Estos no caían sólo desde las nubes —como parecían afirmar los gobiernos—, sino que aparecían de la nada, a pleno cielo descubierto, como vomitados por bocas invisibles, pero siempre desde esa línea de los cuatro kilómetros. La segunda conclusión es que las pruebas revelaban que la antigüedad de los huesos en ningún caso era inferior al millón de años.
Por todo el globo se estaban produciendo grandes movimientos sociales, de carácter religioso en especial. Las epifanías y mensajes apocalípticos se sucedían. Las comunas beatíficas vieron crecer el número de sus integrantes de forma espectacular: lo dejaban todo y se iban a los campos a orar, a cantar la Buena Nueva, la segunda llegada del Mesías. Otros grupúsculos sectarios se conformaron de la noche a la mañana, como setas venenosas tras una lluvia tóxica; y ya comenzaban a crear disturbios e incluso casos de suicidio ritual colectivo. Además, la frecuencia de caída de los huesos, lejos de disminuir, estaba aumentando. Era evidente hasta a simple vista; Esther y yo pudimos ver desde la ventana de nuestro salón —que daba al parque y, por lo tanto, permitía una amplia vista sin edificios— caer no menos de tres o cuatro. Nos envolvía una terrible, macabra fascinación: ¿era esto el preludio de nuestra muerte?, ¿el fin de la humanidad?
—Tengo… tengo miedo, Juan —tartamudeó, mientras miraba al exterior—. Toda esta situación me tiene… descolocada. No sé qué pensar, no sé si el mundo se ha trastornado por completo. No sé qué será de nosotros…
—Yo también estoy asustado, cariño —Le cogí la mano—. Todos estamos igual; nadie sabe por qué está ocurriendo esto ni entendemos qué puede significar. Debemos tener paciencia y esperar a que se resuelva, sea lo que sea.
Esther negaba con la cabeza, como resistiéndose a mis bienintencionados pero evidentes intentos de transmitirle tranquilidad. Yo la conocía bien, no era una de esas personas que se dejan persuadir con facilidad, que incluso parecen estar deseándolo. Y nunca le gustó que la tratasen como a una niña pequeña.
—Creo que Dios nos está castigando.
Cuando las cosas pierden sentido, o son duras de asimilar, Dios aparece por la puerta.
—¡Venga ya, Esther! ¿Cómo puedes decir eso? ¿Es que tú y yo nos merecemos que nos bombardee con huesos humanos? ¿Qué hemos hecho tan terrible, que no puedo recordar? Aparte de trabajar como cabrones, pagar impuestos y no saltarnos las leyes… ¿tan malos somos? Y los niños, los enfermos, la gente normal que sólo cometen el pecado de querer vivir en paz un día más… ¿también se lo merecen? —Me crucé de brazos, esperando alguna respuesta racional.
—No nos castiga como individuos, sino como especie… Tal vez sólo quiera abrirnos los ojos, que despertemos de una vez.
—Ah, vale… entonces es que es indiscriminado; lo sabe todo de todos pero no diferencia a nadie. Vaya, Esther, pues siento decir que tu Dios no se aleja demasiado de cualquier terrorista, según parece.
Me lanzó una mirada de hierro antes de responderme.
—Juan, haz el favor de no blasfemar con tanta facilidad. Tú sabes perfectamente lo que quiero decir; no tergiverses para atacar gratuitamente.
—No ataco por atacar, Esther, sólo intento desmontar una idea sin base de ninguna clase, bastante ridícula.
—Será ridícula para ti —replicó, como un disparo.
Además, he notado un cierto respeto en tu voz cuando decías «blasfemar»… No temas su ira; pongamos que tienes razón y que Él existe, ¡ya nos está castigando! ¿Qué más has de temer?
Esther me miró como un niño travieso pillado in fraganti.
—Reconócelo, Juan: tú no creerías en Dios ni aunque lo vieses aparecer entre las nubes. Te gusta demasiado sentirte intelectualmente superior, blandiendo tu lógica como una espada de palabras. Él está por encima de eso. Él lo creó todo, incluyendo tu obcecado cerebro. Y sus designios son inescrutables, por definición.
—De acuerdo, cariño. Yo soy un chulo y un pedante, lo acepto. La mayor dificultad para conversar con alguien de creencias muy arraigadas, como tú, es la poca receptividad a escuchar otras teorías alternativas. Por eso, me gustaría que al menos tomases en consideración esas otras ideas. Seguro que te enriquecen, incluso aunque no fuesen ciertas.
—Yo no soy ninguna fanática, sólo te digo lo que sinceramente creo —Se recogió parte de su melena negra tras la oreja—. Muy bien, imaginémoslo al contrario: tú tienes razón y la mano de Dios no está tras lo que está ocurriendo… dime, ¿qué explicación le encuentras a que lluevan huesos del cielo?
Me gustó que quisiera escucharme.
—Pues verás —comencé—, pienso que debemos partir de dos hipótesis para explicar las causas: la primera, Interna: esto está siendo obra del hombre, de los gobiernos. Una manipulación más para dirigirnos como el inmenso rebaño que somos hacia donde les convenga, como con los ataques de falsa bandera y el fenómeno O.V.N.I. en el pasado. Seguro que pronto nos meten a todos en campos de concentración blindados, dirán que para nuestra «protección», por «seguridad»… eliminando tantos derechos adquiridos… En el fondo, lo que quieren es sacrificar gran parte de sus cabezas de ganado, pues el rebaño se ha vuelto demasiado grande, e incontrolable.
—Eso suena muy conspiranoico, ¿no? —Se sonrió, un tanto burlona—. Muy Nuevo Orden Mundial,Illuminatis… pensaba que tú no creías en esas cosas. —Me guiñó un ojo, devolviéndome la pelota de la «puerilidad de las creencias».
—Y realmente no creo en ello a pies juntillas, pero es una probabilidad que está ahí; ¿por qué habríamos de descartarla? Muchas pruebas son incontestables, y eso no tiene nada que ver con lo que uno cree.
—Habría que ver también quién presenta esas pruebas, cómo y si no es otra manipulación más, a su vez —añadió Esther.
—No te diré que no —le reconocí—; pero que los gobiernos nos engañan y manipulan desde que existen es una obviedad fuera de toda discusión. La segunda hipótesis es Externa, menos probable para mí que la primera, pero tampoco descartable. La lluvia de huesos puede estar causada por entidades no humanas, de fuera de la Tierra o incluso de otras dimensiones…
—¡Ésa sí que es buena! —Esther se carcajeó con ganas, como no lo había hecho desde que empezó la pesadilla—. ¿De otras dimensiones dices? Un poco alucinante, ¿no te parece?
—Sí, claro, pero es otra opción no desdeñable. Los huesos «aparecen» de la nada, a cuatro kilómetros de altura, ¿recuerdas? ¿Eso te parece normalnaturalexplicable?
—Suponiendo que lo que dicen sea cierto, no lo olvides.
—De acuerdo, suponiendo que sea así. Fíjate, Esther, ¿te das cuenta de tu resistencia a aceptar esa mera posibilidad? ¿Ves cómo te parece una infantilada propia de las pelis para críos? Tal vez es justo lo que pretenden que creamos, y llevan trabajando en ello muchos años, con buenos resultados, evidentemente. Tu reacción es un claro ejemplo, y seguro que es mayoritaria en la sociedad.
Esther bufó, mordiéndose el labio inferior y negando con los ojos mirando hacia los cielos, como pidiendo fuerzas a su Dios para soportar tantas tonterías.
—Bien, sigamos con tu hipótesis —Parecía divertida—. ¿Y por qué esos seres del espacio exterior no llegan y directamente nos destruyen, nos esclavizan, nos devoran o lo que diablos se suponga que quieren hacer con nosotros? ¿Para qué tantos rodeos? Parece que no es sólo mi Dios el que actúa con claves —Me miró con sorna, ladeando la cabeza, sabedora de su gancho a la barbilla dialéctico.
—Ni tan siquiera te estoy diciendo que yo piense que ésa sea la causa —me defendí—, sólo te pido que valores la hipótesis, la idea… Cuantas más aportemos, más cerca estaremos de…
Esther gritó de repente.
—¡Mira, mira! ¡Ven rápido! —Con los ojos como platos, estaba señalando a través de la ventana.
—¿Qué pasa? —Me alarmé, mientras corrí hacia ella.
Se escuchó un fuerte impacto seco de algo rompiéndose en la calle. El sonido llegó perfectamente hasta nuestro segundo piso.
—¡Lo he visto! ¡Lo he visto caer! —Estaba acelerada—. ¡Era como un costillar, Juan! ¡Mira! ¿No lo ves allí, junto a la señal de prohibido?, ¿aquello blanco?
En efecto, había unos fragmentos blanquecinos junto a la señal, como un arpa de hueso rota. Los huesos de un costillar, desperdigados.
—¡Qué horror, Juan! —gimió, girándose para abrazarse a mí.
La estreché contra mi cuerpo, apoyando la mejilla sobre su cabeza.
Mientras observaba cómo algunos curiosos se acercaban hasta aquellas costillas rotas, sentí que la inmensa boca del Infierno se abría ante nosotros.

4

Durante la semana, los hechos se precipitaron día a día, con creciente velocidad, como una bola de nieve echada a rodar ladera abajo. El mundo se convulsionaba con noticias extraordinarias que se habían vuelto cotidianas. Ahora lo normal era asomarse a la ventana y ver caer, cada pocos minutos, algunos huesos aquí y allá; su frecuencia seguía aumentando progresivamente, sin diferencias significativas en ningún lugar del mundo. Aunque sí se había detectado un incremento considerable en las grandes zonas urbanas respecto a las más despobladas.
Los gobiernos se unieron a la corriente de los investigadores de la red, a su línea de información —como si nunca antes la hubiesen desprestigiado con mil artimañas—. Afirmaron que los huesos eran humanos, y que el más reciente de los estudiados databa de unos cien mil años atrás. Se habían creado unidades especiales del ejército dedicadas a la recogida de estos restos. En los primeros momentos pudimos verlos clasificándolos en bolsas, escribiendo datos en ellas; pero ante la magnitud de la tarea y la creciente intensidad de la lluvia, pronto se limitaron a limpiar las calles con la mayor celeridad posible, como si de un cuerpo de barrenderos forenses se tratase. Ya se contaban por centenares los muertos debido a impactos de hueso a lo largo y ancho del planeta. Desde los medios se recomendaban medidas de protección para salir a la calle, y pronto los cascos y paraguas reforzados fueron una prenda de vestir más. El mundo vibraba, aguantaba la respiración, sobrecogido en un estupefacto estado de shock.
Esther lo llevaba cada vez peor, no podía asimilar la deriva que los acontecimientos estaban tomando. Se estaba desquiciando, y sería injusto culpabilizarla por ello. Desde mi opresión, yo intentaba mantener un mínimo de equilibrio y cordura, una pequeña luz de esperanza en que la lluvia cesase de una vez y que el mundo volviese a ser el horror que ya conocíamos, no esta aberrante, nueva pesadilla. Aunque lo cierto es que mis ideas no podían ser más negras y depresivas.
Tras la cena, que apenas tocó, Esther volvió a su verborrea neurótica. Se estaba desesperando en la búsqueda de un sentido, en descifrar el mensaje que Dios nos enviaba desde el cielo. Yo empezaba a pensar que, tal vez, no hubiese ningún sentido tras el fenómeno.
—¿Te das cuenta? —comenzó Esther, mientras recolocaba la mesa—. Nos está arrojando huesos desde el pasado más remoto para acercarse poco a poco a nuestro tiempo. ¿Qué quiere decir eso? ¿Nos está reprochando el que hayamos olvidado a nuestros muertos, a todos los que sufrieron para que hoy estemos aquí? ¿O será un castigo por enterrar tantos crímenes en el olvido, y seguir cometiéndolos de la misma manera, como si no aprendiésemos nada de ellos?
—¿Qué importa, Esther? —le contesté—. ¿Qué importa que sea por una u otra razón por la que nos castiga así? Ya ha matado a cientos, y no parece que le sean suficientes.
—Pero, tal vez si descubrimos justo lo que quiere de nosotros y comenzamos a actuar así, detenga esta lluvia de muerte. Cuando le demostremos que hemos aprendido la lección al fin.
—¿Cómo actuará Él si no descubrimos la respuesta a su retorcida adivinanza? ¿Pretende convertir el mundo en un cementerio silencioso, cubierto de huesos? Vaya un Dios vengativo que tienes, no sé ni cómo puedes creer en Él.
Esther obvió mi envenenado reproche.
—No, yo no lo veo así, Juan. Él es nuestro Padre, y actúa como tal, siendo incluso duro cuando es preciso serlo. Nos dio la libertad y mira lo que hemos hecho con ella… Tal vez haya llegado el momento de recibir nuestro correctivo, sin el cual es seguro que acabaríamos cayendo en el abismo de nuestra autodestrucción.
—No existe locura que no encuentre su justificación —casi suspiré.
—¿Me estás llamando loca? —preguntó, con los brazos en jarras.
Me pasé la mano por la cara, como si me la quisiera borrar, antes de contestar.
—No, cariño. Sólo digo que hasta la más disparatada creencia tiende a revestirse de una justificación pseudo-lógica que la permita presentarse en público con aspecto racional, aunque en esencia sea un completo sin sentido.
—Puedes pensar lo que quieras… —Desvió la mirada hacia la lluvia intermitente del exterior.
—O sea… que tú verías normal, por ejemplo, que yo castigase a mi hijo golpeándole hasta matarlo, aunque supiese desde sus primeras lágrimas que él no entendía por qué lo castigaba, ¿no? ¿Así piensas?
—Una vez más, tergiversas, atacas, sin querer comprender —suspiró, alisándose la blusa—… Está bien, Juan. Ha sido un día duro, me voy a la cama. Buenas noches —dijo, sin mirarme, cruzando la puerta.
—Buenas noches, pronto iré yo también —solté, casi como una frase hecha.
Sé lo que a ella le hubiese gustado, lo que esperaba de mí, como casi todas las mujeres: que me anticipase a sus deseos y actuase conforme a ellos, sin una sola palabra, sin preguntas, como prueba definitiva del conocimiento de su alma y mi amor por ella. ¿Cómo no conocer este viejo juego teatral y sus reglas? Ella esperaba mi comprensión, un mayor acercamiento a su credo, que rezásemos juntos por el fin de la pesadilla. Dios sería una mujer si existiese, estoy seguro. Lo siento, Esther, nunca tuve vocación de actor, de interpretar un papel en las antípodas de mis ideas y sentimientos. Siento haberte defraudado. A mí también me hubiese gustado que comprendieses la absoluta desolación de quien no tiene dónde agarrarse.
Me quedé a oscuras en el salón observando por la ventana el caer de los huesos, recortándose contra las estrellas.

5

La lluvia no cedía. Más al contrario, parecía que cada día llovía con más fuerza que el anterior. Los huesos se iban amontonando a los lados de las calles, sin que el tiempo diese abasto para su retirada. Algunos grupos de voluntarios —los «limpiamuertes», se les dio en llamar— intentaban facilitar la labor del ejército acumulando las osamentas en determinados puntos, como impíos altares levantados en honor a algún dios del averno. El trauma se extendía como una fiebre, imposible de parar. Estábamos perdiendo lentamente la cabeza, los referentes, los nervios… sometidos a esta incertidumbre sobrenatural de visos apocalípticos. El colapso, buscado o no por quien estuviese detrás de todo esto, se veía venir. Para colmo, estaban diciendo que los últimos huesos recogidos y estudiados databan de hace unos dos mil años. Y muchos presentaban huellas de violencia, signos de tortura… esos detalles morbosos vomitaban las pantallas, como si no tuviésemos suficiente mierda encima con todo lo que nos caía sobre las cabezas.
—¿Lo ves? —dijo Esther, con sus ojeras cada vez más oscuras, profundas—. Dios nos castiga con los restos de nuestros crímenes, para que no olvidemos tanto mal causado… ¿Te das cuenta, Juan?, ¿de todos los millones de inocentes muertos por nuestra propia mano, por nuestra locura?
La escuchaba, una vez más su beatífica perorata, a la que se agarraba su mente como si allí fuera a encontrar la salvación; y escuchaba el golpear de los huesos en la calle, ahora constante, sobre los coches, los tejados, sobre cada objeto a la intemperie, como mazas orgánicas de lo que una vez fueron personas… Deseé estar muerto, como ellos. Lo confieso.
—Esther… eso no puede ser —dije, realmente cansado—. Aunque nos arroje a todas las víctimas inocentes de la historia encima, simplemente, no puede ser…
—Tal vez, no sean sólo los asesinados de forma premeditada y violenta, sino todas las personas que han muerto en el mundo desde que el hombre existe. Tal vez esté vaciando los cementerios, las fosas comunes, sacando fuera todo lo que está bajo tierra… mostrando lo que somos en realidad una vez despojados del regalo de la vida, sin parar hasta que nosotros cambiemos. Hasta que creamos en Él.
—Ni siquiera así, Esther… ¿cuántos miles de millones han muerto desde el origen? Yo no lo sé pero, sean los que sean, es imposible que sean tantos como para cubrir no sólo las ciudades del mundo, sino la inmensidad de la Tierra, como parece estar ocurriendo.
Dio unos pasos por el salón, nerviosa, como buscando los asideros para que su teoría no se hundiese por completo, junto a ella.
—A lo mejor los está multiplicando, como los panes y los peces, con tal de que comprendamos, al fin…
Guardé silencio, agotado de pensar en vano. Me pulsaban las sienes. Notaba cómo el estrés recorría también mi cuerpo. La sensación de impotencia, de no poder hacer nada significativo por cambiar nuestra suerte era total. ¿Qué pueden hacer dos personas para detener el Apocalipsis?
Esther miraba a través de los cristales, llorosa.
—Puede que nos esté castigando a ti y a mí, por no haber tenido un hijo. Creced y multiplicaos… —dijo, casi para sí misma.
El reproche, siempre ahí clavado, como un oxidado cuchillo ritual de los Incas.
—No me vengas otra vez con eso, Esther —rogué, hastiado—. Pensar que lo que sucede en el planeta depende de lo que tú y yo hagamos… es de un egocentrismo solipsista extremo…
Ella callaba.
—¿Te imaginas lo que hubiese sido tener un hijo? —proseguí—. ¿Te gustaría que nuestro hijo estuviese por aquí ahora, siendo víctima junto a nosotros de esta locura? A veces pienso que, no trayéndole a este mundo de mierda, lo he querido y respetado mucho más que tú.
Esther se giró hacia mí, con ojos sorprendidos, furibundos…
—¿Qué coño estás diciendo? —explotó—. ¿Cómo me puedes decir eso? Yo le hubiese dado una vida llena de afecto, digna de ser vivida… Y si esto es el final, al menos hubiese tenido la ocasión de estar vivo, de poder respirar y conocer qué significa esta experiencia. Ahora, ahora ya… —se le crisparon los labios— nunca podré… ver su cara…
Se acercó a mí, con lágrimas resbalando por sus mejillas.
—Eres un cobarde… ¡Un egoísta de mierda!
Y en lugar de golpearme a mí, dio un manotazo al plato de cristal sobre la mesa, que voló hasta hacerse añicos contra el suelo, justo antes de salir corriendo hacia nuestro cuarto. Escuché el portazo al final del pasillo, a galaxias de distancia.
Vaya asco…
Me levanté al rato con pesadumbre, a por la escoba y el recogedor para barrer los pedazos de cristal por todo el salón. Lamenté todas y cada una de mis palabras, la forma de expresarlas. Lamenté mi estúpida soberbia, mi falta de sensibilidad hacia su estado emocional. Lamenté estar junto a ella, no haberla dejado libre, que encontrase a cualquier otro que le transmitiese la felicidad que yo jamás sería capaz de brindarle. Mientras arrastraba con la escoba los brillantes fragmentos hacia el recogedor, sentí unas inmensas ganas de llorar, como ya ni recordaba. Ella tenía razón. Soy un cobarde, por no querer un hijo y cuidarlo junto a ella, por no alejarme, por no atreverme a vivir sin verla cada día. Y soy un egoísta de mierda, porque he unido su destino al mío.
Porque es la única persona en el mundo a la que he amado con toda mi alma.

Que es una creepypasta

Que es una creepypasta

mis historias de internet favoritas son las Creepypastas; son historias de horror esencialmente internet, pasaron alrededor en foros y otros sitios para molestar y asustar a los lectores. Proviene de las palabras en Ingles: Creepy (Tenebrosa) Y Pasta (La cual no se sabe el significado real, pero se toma como Paste debido a la forma en que se propagan). También de la palabra "copypasta", un término del argot de Internet para un bloque de texto que se copia y se pega una y otra vez de sitio en sitio. Creepypastas veces se complementa con imágenes, audio y / o video relacionado con la historia, por lo general con sangrientas, contenido distorsionado, o chocante lo contrario.

Creepypasta es muy variable en longitud y calidad, aunque muchos de ellos siguen unas cuantas fórmulas establecidas:
  • Anécdotas. Las observaciones narrador en una leyenda de miedo, noticia o evento de su propio pasado.
  • Rituales. Una lista de instrucciones para el lector, afirmando que si van a un lugar determinado en un momento determinado, y realizar acciones específicas, algo extraordinario y / o espeluznante va a suceder.
  • El episodio perdido. El narrador cuenta la historia de un episodio nunca antes visto o escena de un famoso programa de televisión, por lo general una comedia o dibujos animados para niños, donde está fuertemente el audio y el vídeo distorsionado y los personajes comienzan a actuar extrañamente o violentamente, matando a sí mismos y / o de cada otro.
Abajo están algunos de los creepypastas más notables que se pueden encontrar:
  • Suicidemouse.avi : Este video trata de un triste ratón Mickey caminando por un mal dibujado, interminable calle mientras que las teclas del piano al azar juega en el fondo. Después de algunos minutos de caminata Mickey, sin embargo, el vídeo empieza a ser dañado, con el teclado está sustituyendo a la estática, la calle empieza a ser imposible caminar plenamente en, y el vídeo empieza a girar alrededor mientras el sonido de un grito hembra horrible empieza a reproducirse. Después de esa escena horrible, el espectador es tratado para una escena de un hombre desconocido que dice "El sufrimiento real no se conoce" siete veces y luego un disparo se escucha, lo que implica que le disparó a alguien, tal vez a sí mismo. La leyenda dice que la primera persona que he tenido la desgracia de ver se ha suicidado por una razón desconocida. Suicidemouse.avi a menudo se considera uno de los precursores de los creepypastas episodios de la serie Perdidos (junto con Suicidio de Calamardo, Candle Cove, y Dead Bart) y se menciona a menudo en la web.
  • Mereana Mordegard Glesgorv : Esta pasta se menciona un vídeo que hizo que más de un centenar de personas se suicidan y enviarlo por correo a la sede de sus globos oculares YouTube, a pesar de que había muerto. El vídeo tiene una imagen de un hombre desconocido delante de un fondo, con un tono rojo. Después de un rato, el vídeo empieza a hacer ruidos que suenan como un taladro agudo.
  • Smile.jpg : Una imagen de un perro con dientes humanos y una mano sangrienta que al parecer hace que sus espectadores desafortunados a matarse por razones desconocidas. La primera imagen que se originó en una entrada de blog acerca de un usuario algo desconocido para encontrar un visor desafortunada mujer que se suicidó al mirar la foto. El usuario seguido el consejo de los perros "correr la voz" mediante la publicación de la imagen de forma viral. Dicen que la verdadera imagen no se puede encontrar
Cupcakes : Muy posiblemente el más notorio My Little Pony fanfic escrito nunca. Se trata de que Pinkie Pie trata de engañar a Rainbow Dash para que se coma una magdalena con drogas y luego despierta en la cámara secreta de Pinkie (que está llena de otros caballos muertos) donde Pinkie Pie aparece (llevaba un vestido hecho de ponys que tenia pieles, alas, cuernos y cutiemarks) y comienza a asesinar brutalmente Rainbow Dash sádicamente con el fin de conseguir ese "ingrediente especial para cupcakes". El fanfic ha causado mucho temor en la comunidad Brony, y puesto que se difundió a través de Internet, la creación de una gran cantidad de blogs acerca del tema, finales alternativos, y otras cosas sobre él.
  • Sweet Apple Massacre : Aunque a menudo se considera más oscuro de Cupcakes, este fanfic no ha conseguido acercarse a la fama que tiene el otro fanfic. Se trata de grandes Macintosh finalmente cansado de los cruzados Cutie Mark (Scootaloo, Apple Bloom & Sweetie Belle), y procede a la tortura, la violación y asesinato que al tratar de "enseñarles una lección" (cualquiera que sea la lección que puede ser).
  • Candlejack : Una moda sobre Candlejack de Freakazoid que la captura antes de poder completar una frase con su nombre en ella. A menudo se utiliza en pastas Troll como una trama dev
  • Slenderman : El Slenderman a menudo se describe como un ser alto y delgado noppera-bo con el juego de un caballero que se originó a partir de Something Awful concurso de fotografía paranormal, generalmente descrito como una criatura a quien le secuestran a sus víctimas por razones desconocidas, y en ocasiones se incendia el lugar donde afirmó su víctima.
  • Sentenciador del Crimen : Alma maldita de lo que antes era justiciero. En vida se dedicaba luchar contra los delicuentes de ciudades más peligrosas del mundo hasta que dia murio a manos de sus enemigos, no sabian estos es volveria para vengarse más poderoso que nunca obsesionado con el equilibrio entre el bien y el mal, este misterioso personaje es la justicia reencarnada.
    Su aspecto es similar a un demonio de rojos ojos brillantes en la oscuridad, aspecto espectral aunque conserva elementos fisicos como una espada algunas armas de fuego como pistolas. Su origen podria decirse provienente de redes sociales donde se ven viralmente imagenes craneos de carneros y diabolicos.
  • Zalgo : Es una tendencia de las imágenes de ficción (y real) gente que sangra ocuridad por los ojos y su boca, es muy famosa, se dice que Zalgo es un conjunto de todo lo malo unido, 
    Zalgo.01
    Caricatura de Garfield en la que se muestran los cambios producidos por Zalgo
    Yodafemal7Añadida por Yodafemal7
    y que cuando es mencionado ocurren cambios en el fisico del personaje
  • Candle Cove: Hay esta entrada del blog que habla de un programa que solo podian ver los niños, que era de piratas, y tenía cierta controversia debido al villano principal es un esqueleto de la piel tomando, y la horrible gritando 'episodio', que tenía todas las El carácter excepto Laughingstock (la nave principal) gritando a la cámara, mientras Janice gritó, posiblemente después de haber sido a través de horas de la misma.
  • Ben Drowned : Hay una historia de un cartucho Máscara de Majora que ha sido "acosado" por Ben, el dueño anterior del carro, dividido en cuatro capítulos, cada uno con su propio video. La gran estafa Majora Mask encantada de cartucho es una versión de pseudo-paranormales hechos ocurridos entre los días del 07 de septiembre y 15 de septiembre de 2010 al Jadusable, un estudiante de segundo año en una universidad no revelada. Al recibir un Nintendo segunda parte 64 de un amigo y la compra de cartuchos de un anodino Majora Mask de un anciano ecléctico, el narrador comienza a darse cuenta de crisis como los gráficos y conexiones extrañas a un niño llamado Ben, quien se decía que había ahogado a niño en un lago, desde dentro del juego.
  • Herobrine : Se trata de una persona (el hermano muerto de Notch) en Minecraft, que no es un personaje, sino una superstición, a menudo vistos como un minero pupilas humano que trata de atrapar y / o matar a los jugadores con el fin de robar sus artículos y destruir sus creaciones .
  • El Suicidio de Calamardo : Una de las más famosas "Lost Episodes" jamás se ha hecho, es la historia de un episodio perdido de Bob Esponja, que comienza con Calamardo no haber otro recital de clarinete. Después del abucheo (con abucheos incluso Bob Esponja) y algunas espeluznantes minutos de Calamardo mirando a la cámara, los flashes de los cuerpos muertos, y escuchando murmullos, le apunta con una escopeta a la cara y aprieta el gatillo, lo mismo matar y acabar con su vida.
  • Dead Bart : Otro ejemplo de un famoso episodio perdido, se trata de la muerte de Bart Simpson después de ser absorbida por una ventanilla del avión.
  • Usuario 666 : Esto es lo que pasa cuando alguien va a la página de usuario de YouTube, pone en el identificador de usuario '666 'y refresca un par de veces: los fondos vuelta infernal, los videos a su vez espeluznante y es simplemente horrible. Cuando vas a un video determinado por el usuario, cerrar, de nuevo, hacer una pausa y cerró los discapacitados y después de los "videos" extremos, una mano sale del monitor a agarrar!.
  • Grifter : El Grifter es un supuesto video que fue mencionado por primera vez en algún lugar de / x / 's imageboard. Observando que se dice que es una experiencia desgarradora alma, mucho más horrible que cualquier cosa que uno pueda imaginar. La imagen de la izquierda (en la página) se dice que contiene imágenes de algunas de las escenas en el video. Los pocos que lo han visto se dice que han sido asesinados en sus propias casas, con una sola cosa en común, un muñeco extraño escondido en algún lugar en sus hogares.
  • Polybius, el juego maldito : Polybius es un juego arcade supuso aparecido en Internet una leyenda urbana. Según la historia, el juego Tempest-estilo fue lanzado al público en 1981, y ha causado a sus jugadores a volverse loco, haciendo que sufren de estrés intenso, pesadillas horribles, e incluso tendencias suicidas. Poco tiempo después de su lanzamiento, que supuestamente desaparecieron sin dejar rastro. No mucha evidencia para la existencia de este tipo de juego ha sido descubierto. Polibio recibe su nombre de Polibio, el historiador griego que entre sus otras obras, también era conocido por sus trabajos en relación con la criptografía y para el desarrollo de la plaza Polibio.
  • Pokemon negro : "Pokémon Defensor no pudieron atacar a Ghost - se limitó a decir que estaban demasiado asustados para moverse. Cuando el movimiento "Curse" fue utilizado en la batalla, la pantalla se corta a negro. El grito de los Pokémon que defienden sería escuchada, pero se distorsiona, jugado en un tono mucho más bajo de lo normal. La pantalla de batalla sería luego vuelve a aparecer, y el Pokémon Defensor habría desaparecido. Si se utiliza en una batalla contra un entrenador, cuando las Poké Balls que representan a sus Pokemon que aparecen en la esquina, ellos tendrían una menos Poké Ball. "Se supone que el seleccionado Pokémon murió.
  • Tails Doll: En el juego Sonic "Sonic R", hay una leyenda urbana en la que se supone que si te eliges a Tails Doll mientras escuchas "Can you fell the Sunshine?" en un cuarto oscuro, el Tails Doll va a salir de la pantalla o en el espejo y te matará. El Tails Doll es una versión espeluznante muñeco de Tails con una joya en su cabeza que levita a través de las pistas del juego, dándole la teoría a la situación.
  • Happy : Happy es una serie sobre una manzana que ayuda a los niños que lo necesitan, y parecía adecuado para Nick Jr en un principio, pero se oscurecen a medida que la serie avanzaba. El "show" es también el tema de una vez actualizado después de Wikia blog creado por un hombre que quiere saber más sobre el programa, mientras que siendo acechado por una criatura horrible que él llamó "Forenzik". También hay un juego mal diseñado donde feliz debe encontrar una manzana de oro.
  • Pokemon Lost Silver : esta famosa historia es acerca de una persona desconocida que compra un juego de Pokémon Plata y comienza a darse cuenta de que es mucho más que cumple con los ojos, el jugador está constantemente acosada por el dueño anterior sin nombre que hace cosas extrañas a suceder, por ejemplo, como la mayor parte de la captura de Pokémon es Uknown que deletrea palabras misteriosamente horribles, y el jugador a veces siente estar atrapado en habitaciones oscuras.


Leyendas Mexicanas de Terror

Leyendas Mexicanas de Terror
La Pascualita: 
Ubicacion: Chihuahua,Estado de Chihuahua
Leyenda: Un 25 de Marzo, día de la Encarnación del año de 1930, llegó a la ciudad de Chihuahua al aparador de La Popular, La Casa de Pascualita, un maniquí que conmocionaría a propios y extraños por tener una imagen viviente y por el asombroso parecido con su propietaria, la señora Pascualita Esparza Perales de Pérez, y con su hermana Cuca, así como por la influencia de las películas de misterio que se proyectaban en aquella época.
Se decía que era el cuerpo embalsamado de la hija de Pascualita. Ella nunca desmintió tales versiones, mismas que fueron publicadas por los diarios de la ciudad. Estas publicaciones eran afanosamente buscadas por la misma Pascualita, quien las exhibía en el aparador de Chonita, como originalmente bautizaron a la figura, por haber llegado el día de la Encarnación. En un auténtico imán se convirtió la leyenda de Chonita o Pascualita, como muchos le llamaban, que fueron en verdad multitudes de la ciudad y de diferentes partes del estado los que en el transcurso de los días se aglomeraban en la acera para analizar cada detalle de la figura femenina, que más que artesanía era una obra de arte. Hubo días en que se reunió tanta gente que el tráfico vial de la calle Libertad, lugar donde inició La Popular, llegó a suspenderse en ocasiones.
Pascualita recibía numerosas acusaciones por teléfono, por ir contra la moral, así como visitas a la tienda que ante el menor descuido clavaban sus uñas en el rostro del maniquí, dejándole huellas que durarían por décadas, por lo que Pascualita optó por hacer público que no se trataba de un cuerpo embalsamado.

Por ser un maniquí de cera, con cabello, cejas y pestañas naturales insertadas uno por uno, Chonita requería una serie de cuidados especiales, además de aquéllos propios de cualquier persona, como es el baño con champú. En una ocasión llegaron a la tienda, ya ubicada en la esquina de las calles Ocampo y Victoria, unos judiciales con la orden de hacer una investigación,
Pascualita pidió a los policías que regresaran después, porque Chonita se encontraba en su baño, ante lo que los investigadores acumularon más dudas e insistieron en el caso. 




Tanta fue la insistencia, que el maniquí fue sacado, envuelto en una bata y con una toalla cubriendo su cabello. Se les permitió revisar sólo el rostro, encontrando que era de cera con perfectos ojos de cristal. Sin una prueba del delito se marcharon aún dudosos. El hecho se difundió por los medios, lo que sólo logró acrecentar la leyenda.
Con el paso del tiempo han surgido nuevas historias, como la que dice que el día de la boda de la hija de Pascualita le cayó un animal ponzoñoso en la corona de la novia, lo que provocó que muriera en el altar mismo y queriendo Pascualita inmortalizarla la embalsamó para tenerla con ella en su tienda, vestida para siempre de novia. Se dijo que camina por las noches en la tienda y que se cambia sola e incluso que derrama lágrimas en cierta época del año.
En el libro El comercio en la historia de la ciudad de Chihuahua, publicado por la Cámara Nacional de Comercio en 1990, se da la versión de que en uno de sus viajes a la ciudad de México, Pascualita acudió a la prestigiosa tienda El Puerto de Liverpool, donde adquiría telas, azahares y ramos. Al salir del establecimiento, unas personas estaban arreglando un maniquí cuya belleza la cautivó, por lo que se devolvió y habló con el gerente para que se lo vendieran. El funcionario de Liverpool se excusó arguyendo que su venta sería imposible, pues la escultural dama acababa de llegar de Francia y era la novedad por su rostro y sus manos de cera. Pascualita insistió y casi suplicó, pero la respuesta en cada ocasión fue cortés aunque firme: “No está en venta el maniquí”. A la tesonera Pascualita le quedaba un último y desesperado recurso para llevarse a Chihuahua el hermoso objeto: amenazó a su interlocutor con no volver a surtir más telas de El Palacio de Liverpool si el maniquí no le era vendido.
El gerente hizo un balance mental rápido de todo lo que adquiría Pascualita en cada temporada y en su decisión pesó más lo relacionado a ventas que la belleza escultural, y además ganaría con la venta del maniquí. Así Pascualita trajo a La Popular a su modelo profesional para cautivar a los chihuahuenses. 
L
La muñeca de las Animas
Ubicacion: Las Animas,Xalapa,Veracuz
hace unos cuantos años en “las animas” vivía una familia de clase alta quien tenía una hija llamada sara de tan sólo cuatro años de edad, un día la niña estaba jugando en el jardín con su pelota y una muñeca a la que llamaba “nany” a la cual llevaba a todas partes y nunca soltaba, ese día se le fue la pelota a la calle y salió enseguida a perseguirla cuando de repente no vio venir a un taxista quien la atropelló y en un instante murió. los vecinos de esta famosa unidad cuentan que la muñeca desde ese día se embrujó y ahora está sentada en el balcón de su casa esperando a aquel taxista que mató a su dueña añorando venganza.
algunos cuentan que al pasar la muñeca suele verlos o sonreirles, pero mientras tanto ya es una de las miles historia caracteristicas de esta ciudad.
La Llorona:
Ubicacion: Todo Mexico, principalmente el D.F
Existió una mujer indígena (criolla en algunas versiones)que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre en forma devota. Cuando la joven comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba, quizás por temor a lo que dirán. Un tiempo después, el hombre dejó a la joven y se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río o apuñalándolos, según la versión. Luego se suicida porque no soporta la culpa. Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde esto ocurrió. Luego de que México fuera establecido, comenzó un toque de queda a las once de la noche y nadie podía salir. Es desde entonces que dicen escuchar un lamento cerca de la plaza de la Patria, y que al ver por las ventanas para ver quien llamaba a sus hijos de forma desesperada, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada y que se esfumaba en la Presa Calles.

La Isla de las Muñecas:
Ubicacion: Xochimilco,D.F
20 kilómetros al sur del centro del Distrito Federal se encuentra Xochimilco, un lugar mítico y uno de los centros urbanos más importantes del México antiguo, tanto por su belleza natural como por su comercio. Un lugar que comprende 189 kilómetros de canales navegables donde se puede visualizar entre sus aguas a peces, culebras, y a las orillas a todo tipo de animal saltarín, escenario de las películas más importantes de la filmografía mexicana como María Candelaria y en 1987 la zona de la Chinampas recibió el titulo de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. 
Su belleza se contrasta con las historias y leyendas más importantes del centro de la República mexicana, una de ellas es la llamada: “Isla de las Muñecas”, quien su único habitante, Don Julián Santana Barrera, llego a vivir ahí desde medianos de los años 70 y permanecer en su chinampa por más de 25 años 
Para llegar a la isla de las muñecas hay que dar un paseo de hora y media o así por los múltiples canales de Xochimilco en una trajinera. 
Hace tiempo se podía nadar en los canales y se cuenta que una chica se ahogó enredada entre los lirios y el cadáver fue encontrado a las orillas de la chinampa de Don Julián. Desde entonces, una cruz marcó el lugar y también a su habitante. Para Don Julián, hombre de pocas palabras, aislado y hosco, la vida cambió. Según creía, el espíritu de la infortunada chica había quedado en el lugar y eso le atemorizaba. Pero pronto encontró la solución: rodear su chinampa con muñecas. De distintos tamaños, tipos, de ojos grandes o pequeños cuerpos, todas dispuestas a protegerlo. Colocó alambre a lo largo y a las orillas de la chinampa y de ahí las colgó: del cuello, de la mano, de donde se pudiera, pero siempre vigilantes. Así fue como todo comenzó. 
Don Julian iba al barrio e iba recogiendo en su carrito muñecas viejas, pero mas adelante también los lugareños comenzaron a llevarle muñecas viejas. El solía decir que “aparecían ahí”. Otras versiones dicen que cuando se limpiaron los canales en lugar de vestigios de culturas anteriores salieron los restos de un hospital de muñecas y Don Julian las aprovechó para usarlas como protección en su isla. 
Los lugareños lo reconocían como ermitaño y para otros era un señor que causaba temor. Igual sucedía cuando transitaban frente a su choza, que se caracterizaba por tener en su periferia cientos de muñecas colgadas de árboles y otras más clavadas en troncos que le servían “para espantar al espanto”. 
La Blanca nieves Poseida:
Ubicacion: Veracruz,Veracruz
En torno al parque de Diversiones Parque Mágico, localizado sobre la Av. Salvador Díaz Mirón a escasos minutos del Puerto de Veracruz, se escuchan muchos rumores y leyendas.

Este parque de diversiones cuenta con una serie de figuras hechas de polímero de vidrio, que son huecas pero de consistencia dura, con forma humanoide, las cuales representan a blanca nieves y a los siete enanos.
Pues bien, se cuenta que las figuras de blanca nieves y uno de los enanos se mueven y caminan.
Algunos vecinos del lugar aseguran que al caminar por el sitio, tienen sensaciones desagradables y que se puede escuchar lamentos y gritos, aunado al hecho de que las personas que intentan quitarlas o hacerles algo, han pasado por cosas negativas e inexplicables.
La Mujer de Blanco:
Ubicación: Cosala,Sinaloa
Existe una casa en Cósala pueblo Mágico en donde las apariciones de una mujer de blanco han trascendido generaciones, por mucho tiempo esta casa ha pertenecido a la Fam. Hernández, adquirida por los abuelos, heredada a los hijos y a su vez a los hijos de estos.
Desde la primera generación de esta familia que habitaron en aquella casa pudieron presenciar apariciones de la mujer completamente vestida de blanco, con una túnica larga, el pelo suelto y que no camina de forma normal, en su lugar flota a unos centímetros de la tierra, deslizándose suavemente como si fuera empujada por el viento. Analizando bien el historial de la familia se han dado cuenta que su rostro no pertenece a ningún antepasado, haciendo pensar que es seguramente alguien de los primeros habitantes o fundadores de aquella casa.
La Curva de las Animas:
Ubicacion: Curva de las Animas,Guadalajara,Jalisco
Hay una sección de la carretera la carretera libre entre la barca y Guadalajara, donde al tomar una curva sin importar la época un aire frio se cuela al interior de los autos aunque estos vengan con las ventanas arriba, causando una sensación de pesadez sobre los hombros, un hueco en el estomago, un nudo en la garganta y una presión en el corazón. La gente siente una tristeza profunda, y algo o alguien obligan a los pasantes a voltear hasta un árbol donde se puede apreciar con claridad la figura de la muerte plasmada en sus ramas.
Todo esto debido a un terrible hecho que sucedió en ese preciso lugar el pasado año 2011, a mediados de abril. Sucedió ahí un lamentable accidente, el choque de un autobús, que llevaba en su mayoría jóvenes que venían de un balneario. Todos perdieron la vida y se encuentran en el lugar las cruces en su honor.